
Después de un tiempo quisimos tener otro animal, yo quería un gato pero nuestro perro no era compatible con esta opción; era ya viejito y un poco cascarrabias, además sufría ataques epilépticos, por lo que no se podía alterar. Entonces llegó "Yuko", un enorme Alaskan Malamute de 50Kg. cuya raza elegí yo pues me fascinaba su carácter independiente y que no fuera sumiso como la mayoría de los perros. "Yuko" es como un gato gigante, se comporta como un gato, se lame, se limpia, se mete debajo de la cama, se hace una rosca,.....La verdad es que tiene un carácter especial y no es un perro que pueda tener cualquier persona, se necesita mucha paciencia, constancia y nunca pretender estar por encima de él, sólo se puede llegar a ser su colega no su dueño.
Durante más de cinco años me pasé admirando y soñando con los gatos que salían en internet de diferentes criadores y mirando en revistas de gatos.
Hace poco más de un año, por fin me independicé, empecé a trabajar en otra ciudad y "Yuko" se tuvo que quedar con mis padres, está acostumbrado a un estilo de vida que conmigo no iba a poder llevar por lo que sintiéndolo mucho, mucho, se quedó allí.
Ya tenía mi propia casa, hablamos mi novio y yo, y empezó a tomar forma la idea de tener gatos.